Reseña Guardians of the Galaxy 3: esta vez no, James Gunn

Reseña Guardians of the Galaxy 3: esta vez no, James Gunn

Por Roberto Cota Briceño

Se ha estrenado la tercera parte de la saga espacial dirigida por James Gunn, llegando al cierre de la historia que quiso contar sobre unos personajes prácticamente desconocidos para muchos, aunque en los cómics han sido parte importante del universo Marvel desde hace años, nos referimos a los Guardianes de la Galaxia.

Gunn deja el MCU después de poner en alto a este disparatado equipo de ¿Héroes? Y de haber sido despedido por Disney/Marvel al haberle encontrado tweets hechos hace años sobre temas sensibles con un humor bastante ácido. El director se muda con todo y sus chivas a DC donde tendrá a su cargo la reestructuración de ese universo y las expectativas después de lo hecho en Marvel son altas.

Antes de irse, Disney le ha permitido contar la historia que ha querido, con los elementos que ha querido, incluso tomándose libertades como que por primera vez se dicen groserías en una película del MCU, pero hay que decirlo, esta tercera parte ya no tiene la magia que tuvieron las dos primeras.

Pareciera que el director tenía prisa por irse y trató de contar tanto como pudo, lo que da como resultado una serie de pegotes de tramas que no parecen amalgamarse de forma coherente, de entrada en los primeros 10 minutos ya tenemos el conflicto que regirá la película: Rocket ha sido herido y por los poderes del guión descubren que algo lo está matando y no hay otra manera de evitarlo que buscar al High Evolutionary, quien fue el que realizó las mejoras de Rocket para obligarlo a ayudarles. Todo esto causado por Adam Warlock que, hay que decirlo es el personaje más desperdiciado de toda la película.

Reducido a una especie de Superman, Adam Warlock aparece simplemente porque sí, siendo un simple títere y convirtiéndose mientras la película avanza en el alivio cómico, sus diálogos se limitan a gritos y golpes y se ignora por completo el background de los cómics: Adam Warlock posee una de las piedras del infinito, pero acá a pesar de que claramente se insinúa eso al ver su frente, no se menciona en absoluto.

La película intenta contar demasiadas historias a la vez: El conflicto entre Star Lord y Gamora, La llegada de Adam Warlock, y la historia de Rocket, el mismo James Gunn ha aceptado en entrevistas recientes que “la historia de los Guardianes de la Galaxia siempre se trató sobre Rocket” y  más recientemente ha dicho que la historia que hemos visto en esta película sobre Rocket se iba a realizar de otra manera, y eso a final de cuentas se nota.

En un supremo esfuerzo por tratar de tener un hilo conductor tenemos al High Evolutionary, quien termina relegado al final de la película en un simple envidioso, un ser que a pesar de tener el poder de acelerar la evolución de los eres miles de años, de haber creado una contra tierra (para después destruirla, o eso creemos, pues en la película este hecho se deja completamente de lado) su simple motivación para atrapar a Rocket es que éste es más inteligente que él.

En esta ocasión, para este que les escribe, no bastan las risas, que en esta película si se sienten bastante forzadas, no basta el soundtrack (algo que había sido bastante destacable en las primeras dos entregas), tampoco basta la inclusión de Sylvester Stallone o la aparición en una de las escenas post créditos de Phylla-Vell, una de los miembros más destacados de los Guardians of the Galaxy en los cómics y pareja de la hija de Drax,  para poder levantar esta película, definitivamente esta película no es la salvación del MCU ni es algo para recordar, a pesar de lo que los “medios especializados” comenten.

Esta vez no, James Gunn, esta vez no.